viernes, 17 de mayo de 2019

El bosque de nunca jamás*









Por Eliasis Rodríguez, Deylis P. Cordero Mendoza, Erika Ortíz y Milagro Peña.

*Basado en el Artículo 3 “El Turismo, factor de desarrollo sostenible” del Código Ético Mundial del
Turismo.

Había una vez un pajarito llamado Cu, quien vivía en el bosque de “Nunca Jamás”, lugar donde los árboles crecían tan altos hasta tocar el cielo, el verde del pasto brillaba tanto como el sol y la tranquilidad reinaba a cada momento. Todo parecía estar tranquilo,  los habitantes del bosque siempre se ayudaban unos a otros, la comida jamás faltaba, el agua siempre fresca y la noche los acobijaba bajo un manto de estrellas.
Todos los habitantes, incluyendo a Cu, organizaban un festival de renovación cada año al iniciar la primavera. El evento consistía en una pequeña pero increíble feria en apoyo y contribución con la Madre Tierra.
Ellos la llamaban “Diosa de la vida” pues se tenía la creencia de que al cuidar de cada una de sus fronteras, todos los habitantes podrían vivir por más de mil años, aunque este hecho, para Coli el zorro, era una total mentira.
  Junto a su amigo Oli hormiga, creían que el ambiente, especialmente el “tonto” bosque donde vivían, jamás se destruiría, creían que el agua era infinita y la comida aún más; el aire jamás podría ser contaminado y ellos, perezosos, ¡vagos!, inconscientes, sin el mínimo interés, no tendrían por qué contribuir durante todo el año , y menos al iniciar la primavera, época en la cual los turistas, es decir, muchos animales de otras regiones, se acercaban para ayudar y  disfrutar del espléndido paisaje que ofrecía el bosque de Nunca Jamás, el cual era tan conocido por sus famosos espectáculos nocturnos constituidos por bailes de luciérnagas sobre las copas de los árboles.
El inmenso río que poseía el bosque era ideal para pasear en canoa o simplemente darse un chapuzón  y el fruto que allí crecía era el mejor de todos, sin contar el cielo despejado mostrando los más brillantes arcoíris de la historia, espectáculo que aparecía con frecuencia durante la primavera, según decía la leyenda, la Madre Tierra agradecía, apabullante de felicidad, el buen trato y cuidado que todos le daban.
Cu se sentía orgulloso de proteger el planeta, no solo en primavera, sino cada día del año, sin embargo, cuando la tan deseada estación llegaba, no dudaba ni un segundo en comenzar los preparativos, era una atracción tan grande que requería de un esfuerzo aún mayor. El pajarito y su familia pertenecían a una brigada especial, la cual se encargaba de  favorecer al ambiente y al mismo tiempo, brindarle a su comunidad una atención especial, resaltando los aspectos  y atractivos que poseía, se decía que mientras más excursionistas se acercaran, más interés iban  a incrementar en los mismos, concienciar era vital, así todos cuidarían y protegerían, (no solo el bosque de “Nunca jamás” sino también el resto del mundo.
Sin embargo, la hormiga y el zorro tenían pensamientos totalmente distintos, una tarde soleada antes del atardecer se encontraban reposando bajo la sombra de un árbol, cansados de ver al pequeño pájaro  revolotear de un lado a otro, cargando pequeños carteles que según ellos, no trasmitían nada importante. el ave, tan rápido como podía, acompañado por diversos compañeros comenzaban a organizar el tan deseado festival. Para el zorro era una pérdida de tiempo y para la hormiga no tenía sentido, así que, con sonrisas traviesas comenzaron a idear un plan.
La meta de Cu este año era posicionar al bosque como número uno de toda la región, el festival era ideal para recaudar fondos con el simple propósito de regenerar aún más, si era posible, el hábitat donde vivían, pero también servía para aumentar el ingreso de turistas. El festival  aumentaba las expectativas de cada excursionista y por consiguiente, regresaban para resguardarse en invierno y refrescarse en verano.
A tan solo semanas del tan deseado festejo, Coli el zorro comenzó, junto con unos cuantos roedores, a idear una manera de sabotear la celebración. Todos en el vecindario conocían muy bien las reglas impuestas por la brigada, algunas de ellas eran: reducir el uso del plástico, implementar medidas de reciclaje, (proyecto que requería de presupuesto para ubicar en ciertos puntos claves del bosque: botes de basura con su debida y especifica separación), siendo el festival el momento idóneo para recolectar el dinero necesario para gestionar tal proceso.
Por supuesto que las demás reglas consistían en no tirar basura, no quemar el pasto, no contaminar el río y lo más importante: ¡No talar los árboles!  Oli la hormiga creyó que romper las reglas sería divertido y Coli, extasiado con la idea, dio  inicio a lo que sería la peor decisión de todas.
Una noche, antes del gran día, el zorro y sus secuaces comenzaron con su propósito, habían preparado muchos sacos de basura y escombros para vaciarlos en el río, todos sonreían felices, pues creían que con ello molestarían al pequeño Cu, quien había pasado todo el día apropiando el lugar con toldos, puestos de juegos, puestos de comida, pancartas, globos y demás entretenimientos.
Entre todos comenzaron a destruir la colorida decoración, sin embargo, lo que no sabía Coli era que  la pequeña hormiga y sus muy singulares amigos, desde jirafas y monos, durante la madrugada habían comenzado a talar cada uno de los árboles. La mañana llegó tan triste y desértica, todos los habitantes miraban horrorizados la escena, el sol enfurecido proporcionaba más calor de lo normal y no había sombra para resguardarse, miles de bolsas plásticas surcaban los cielos y el hermoso río turquesa ahora era un desastre de basura y suciedad por todas partes.
El llanto desesperado de Cu, quien llegaba con la brigada para dar los últimos retoques al evento, se escuchó en las lejanías de la pradera. El día anterior todos habían trabajado muy duro y el resultado era un caos total.
De un momento a otro, decenas de turistas, listos para disfrutar y colaborar, soltaron un jadeo colectivo envuelto en asombro, pánico y decepción. La imagen que brindaba el bosque era tan devastadora que no podían creerlo.
  ¿En dónde estaba el hermoso río que habían presumido, que por toda la región se había divulgado? “¡Una estafa total!” chillaban los elefantes, “¿En dónde se supone que vamos a descansar si no hay sombra?” se preguntaban las liebres, desconcertadas.
Miles y miles de opiniones, una protesta tras otra, Cu y su familia se encontraban completamente apenados, tristes y enojados. El resto de la brigada se hundía en el desespero, saltaba  del horror cuando de pronto se escuchó un estruendo…
Coli el zorro, petrificado, sintiendo cómo el arrepentimiento lo sacudía cual terremoto desenfrenado, fijó su vista tras un montón de escombros que servían como escondite y visualizó a su amigo Oli hormiga, junto con el resto de la pandilla, encendiendo una docena de fuegos artificiales, según ellos, era la cereza del pastel. Coli, algo alarmado, corrió para evitar que el resto de la pirotecnia fuera encendida, pero fue demasiado tarde cuando los cohetes salieron disparados hacia todas partes.
Los gritos no se hicieron esperar, lo que parecía un buen día, se convirtió en el peor de todos, el bosque dejó de ser lo que era: una belleza, un paraíso…ahora era un campo en ruinas. El estallido de los fuegos artificiales encendió las alarmas de pánico, el montón de basura que ocultaba a la hormiga se incendió provocando que el resto de vida vegetal se envolviera en fuego.
Los excursionistas, envueltos en pánico, corrieron lejos, dejando a la población de Nunca Jamás, decían que no volverían, pues había sido un fracaso, todos chillaban aterrados por las terribles consecuencias que  la “Diosa de la vida” pudiera darles, no sólo al pequeño bosque, sino al resto del mundo.
El zorro y la hormiga de manera indirecta, arruinaron las vacaciones de muchas familias  y lo que comenzó, para Coli el zorro, como una broma para Cu, terminó en un torbellino. El pequeño zorro creía que con arruinar solo un poco la “tonta celebración” sería suficiente, no causaría tanto daño, “¡Cu lo podría solucionar de una forma rápida!” se decía él, seguro de sus actos la noche anterior,  “será una pequeña broma”, pensaba.
Ahora miraba temeroso a su alrededor, la madre naturaleza furiosa, ¡triste!, comenzó a sollozar, suplantando al intenso sol por una oscuridad total, nubes grises cargadas de sufrimiento comenzaron a llorar, calmando así las intensas llamas, pero dejando como resultado tempestad, lo que antes era un bosque, ahora lucia como un pantano.
Sin demora, el sol volvió a salir, más intenso si era posible, evaporando en instantes el barro acumulado, dejando ver el amarillo rucio que antes poseía el hermoso y reluciente pasto color verde.
Los habitantes, refugiados del intenso sol, se encontraban bajo el único árbol que había sobrevivido, el cual pertenecía a la familia de Cu, sin embargo, comenzó a deshojarse dejándolos a todos completamente expuestos.
La sed comenzó a despertar en cada uno de los animales, no obstante, lo único que encontraron fue una fosa enorme llena de plástico y desperdicio.
“¡El espectacular río se había extinguido!”.
Todos se encontraban desesperados, no había comida, no había agua y no quedaba ni un poco de sombra, al parecer la Madre Tierra había desbordado toda su furia, los ojos asustados de Oli hormiga y el desespero en la mirada del zorro reflejaron culpa, la cual la comunidad comenzó a comprender  “¿Habían sido ellos!” “¿El pequeño y travieso Oli?” “¿Coli el zorro?” “¿El vago Coli?” ¡Definitivamente habían sido ellos!
Una multitud de gritos y protestas no se hicieron esperar, los habitantes del destruido bosque se encontraban tan molestos, a tal punto de no controlar sus impulsos.
Oli hormiga totalmente arrepentido rogaba por un poco de agua y Coli el zorro sollozaba en busca de sombra, ambos se dieron cuenta de que cuidar del ambiente era vital, el magnífico boscaje había desaparecido llevándose toda clase de gloria consigo, se suponía que entre enero y febrero las cebras del norte colaborarían con nuevos y exóticos frutos, pero fueron las primeras en salir corriendo despavoridas, gritando a los cielos que jamás volverían, los inalcanzables elefantes ayudaban a limpiar el pasto cada semana, la mitad de ellos renunció a la labor al ver la enorme cantidad de fango que alcanzaba las rodillas, los osos cada estación de invierno ayudaban con la recolecta de madera, para que cada visitante se mantuviera caliente en las diferentes cuevas que el bosque ofrecía, también recolectaban la miel, pero no hubo rastro de ellos, se decía que corrían aterrados, pues el fin estaba cerca.
Así como ellos, muchos más que sin duda aportaban un granito de arena para fortalecer la calidad de vida de todos en el bosque, habían huido. El zorro y la hormiga no solo arruinaron su propia existencia, sino que dejaron una horrible y lamentable reputación a las tierras de Nunca Jamás, ¿Quién en su sano juicio querría ir a visitarlos? Si no había nadie, el bosque quedaría en ruinas en su totalidad, ya que cada uno de los extranjeros que llegaban, aportaban algo en honor a la “Diosa de la vida” y al mismo tiempo, se daban el gusto de disfrutar de las diferentes atracciones, tales como el sauna, el baile de las luciérnagas o el canto de los grillos junto al baile de las mariposas, dándose el gusto de regresar la primavera siguiente.
“¿Que podían hacer para solucionar tal desastre!”
La respuesta estaba en ellos mismos, así como habían formado un enorme equipo para destruir la celebración, construirían uno para levantar el bosque nuevamente. Oli hormiga se disculpó repetidas veces, mientras Coli el zorro rogaba por el perdón de la Madre Tierra y el de todos los habitantes; Cu quien fue el primero en perdonarlos, comenzó con la muy difícil, pero no imposible tarea de restaurar la vida en el bosque.
Todos juntos eran la fuerza, cosa que la “Diosa de la vida” observó, perdonó y agradeció, ya que al ver que todos recogían sus pedazos rotos para volverlos a unir, decidió que todo el reino animal necesitaba de una segunda oportunidad, la vida estaba constituida por diversos errores que todos estaban propensos a cometer, pero la principal iniciativa para superarse era reconocer la falla y  repararla.
Liebres, camellos, aves y un sinfín de especies vitorearon en alegría cuando, hermosas, blancas y esponjosas nubes de algodón comenzaron a surcar los cielos, tapando el inmenso sol que, sonriente, disminuyó su intensidad; pequeñas gotas de rocío comenzaron a caer refrescando a toda la población; como arte de magia algunos animales vecinos dijeron escuchar el llamado de la Madre Tierra; según ellos, una ventisca muy fuerte les susurro que debían ayudar a sus hermanos, entre todos podrían terminar más rápido y el hermoso Edén de Nunca Jamás volvería a abrir sus puertas y así todos podrían beneficiarse de diferentes maneras.
Antes de caer la luna llena, la música country no se hizo esperar, la celebración renació de entre las cenizas, la rapidez y esfuerzo de todos terminó con un bosque rehabilitado. Aún faltaba tiempo para volver a ser el número uno, pero al menos la brisa volvió a ser fresca y el agua tan cristalina como el cielo. Muchos visitantes celebraban, la comunidad y la brigada estaban felices con el resultado, sobre todo por el arrepentimiento y rápida solución que Coli zorro y Oli hormiga habían demostrado.
Era una lección que no dudaron en aprender, y que Coli zorro y Oli hormiga, junto a su nuevo amigo Cu terminaron de disfrutar de una danza de luciérnagas que brillaban sobre el inmenso lienzo estrellado...
¡La primavera había iniciado y de una muy peculiar manera!

Fin



1 comentario:

  1. Excelente relato, muy bonito, los felicito, ayuda a concienciar en función de la protección del planeta, espero sus próximos relatos

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